Los líderes saben que necesitan el soporte de las personas de su equipo. Los buenos líderes no sólo lo saben sino que les gusta enfocarse en las personas, porque saben que más allá del equipo hay seres humanos que tienen sus vidas, sus problemas, sus emociones, sus talentos, sus aspiraciones.
Un equipo no sólo se compone de personas. Las relaciones entre ellas, el entorno en que se desarrolla su actividad y las influencias externas forman
parte de la esencia del equipo o de la organización que lideran.
Una característica que impregna a los buenos líderes es su gusto por las personas. Y ha de ser un gusto sincero, bien innato o bien educado. Una vez oí que si te preguntases cómo te suena la pregunta de “¿qué has hecho hoy?” comparada con la de “¿con quién has estado hoy?” tendrías una respuesta sobre tus prioridades profesionales. Como no hay una receta universal para ser un buen líder, cada uno valorará el nivel de equilibrio que tiene entre las acciones y las personas para potenciar su liderazgo.
Otro aspecto es la empatía, entendiendo la empatía como la capacidad de hacerse cercano al otro e intentar ponerse en su piel. Eso no quiere decir que un líder tenga que aceptar todo lo que sus profesionales demandan, pero si es cercano, si hace sentirse cómodo a aquella persona que le traslada sus ideas, inquietudes o demandas sabiendo que puede que la respuesta sea no, pero que, al menos, su líder valorará el tema honestamente, el espíritu de equipo se refuerza.
La escucha activa se solapa en muchos aspectos con la empatía pero tiene un matiz especial cuando se refiere al equipo. ¿Y si antes de una reunión periódica hay un hueco para que el equipo exponga sus inquietudes?. Más aún, y si se pide ese feedback antes de confeccionar la agenda y se da cabida a alguno de los temas propuestos. También tiene que ver con animar a que la gente que no se atreve a hablar en las reuniones lo haga, aunque sólo sea para decir que está de acuerdo. Trabajar con tormentas de ideas (brainstorming) también es una forma de escucha activa.
El carisma es la especial capacidad de algunas personas para atraer o fascinar. Va ligado a una amplia gama de cualidades, desde la capacidad de comunicación, el interés por las personas, la autoridad en algún tema, la motivación, la honestidad, la autenticidad, etc. En muchos casos es ese magnetismo que te llega al mirarle a la cara y escuchar sus primeras declaraciones, aunque sea en un vídeo el que le confiere ese carisma. Es difícil mejorar el carisma de forma que no sea holística y global. En todo caso necesita partir de su sincero interés en las personas.
El liderazgo también tiene sus sumideros. Uno es las discriminaciones injustas, aunque sean sutiles. Y eso exige unos altos estándares éticos y la aceptación sincera de las personas tal cual son. Si el líder aprecia y reconce realmente la aportación de cada uno y está dispuesto a potenciar sus capacidades tendrá más fácil no caer en las discriminaciones. Hay veces que tiene que tomar decisiones que implican destacar a unos en detrimento de otros. Si el criterio es trasparente y la decisión honesta, se enfoca en destacar los méritos del elegido y el camino a otros para conseguirlo en el futuro, su liderazgo saldrá reforzado. Lo mismo si la distinción es dura y dolorosa.
Otro sumidero a evitar es la mala gestión de las diferencias entre las personas de su equipo. Los habrá más brillantes y menos, más valiosos para unas cosas que otras, más comunicativos o menos. Si se gestionan bien esas diferencias se obtendrá el máximo rendimiento a su equipo y el mejor ambiente. Esta aceptación de las diferencias debe de transmitirse y lograr que funcione también a nivel del equipo. Y no estoy hablando sobre aquellos con una actitud negativa, a los que habrá que intentar reconducir a la dinámica del equipo, aunque pueda que su destino termine fuera si no asume la corresponsabilidad del equipo.
En el coaching ejecutivo se identifican las posibles mejoras de liderazgo que cada líder considera interesante acometer y se diseñan estrategias para conseguirlo.



empresa en la que trabajamos. Esta afirmación se sustenta en la Ontología del Lenguaje, ya citado en otras entradas.
En este contexto, las opciones básicas que se nos presentan son intentar que cambie tras hablar con él/ella, aguantarse y desarrollar mecanismos de defensa o romper la relación.
oportunidad de relajar el ritmo de trabajo y, además de reponer fuerzas para el final de año de 
hay gente que no lo asume y ha entrado en un estado de ánimo que se llama resentimiento, sintiéndose traicionada por unas promesas electorales y unas expectativas generadas que no se han cumplido e interpretando que hay unos culpables (los políticos) que les han hecho daño y que merecen un castigo y hay un deseo de venganza, aunque sea a medio plazo. Gastan sus energías en quejas, lamentos, conversaciones desmotivadoras y poco más.
Para el que no lo haya leído lo resumo diciendo que nos cuenta la metáfora de un leñador que se retiraba antes que los otros del trabajo diario y a la hora de contabilizar los resultados los demás comprobaban boquiabiertos que su producción había sido mayor que la suya. Y preguntado sobre la razón les explicó que dejaba el trabajo para ir a afilar su sierra.





coaching, aprender más sobre las maneras creativas y efectivas en las que el coaching se está implementando en las organizaciones y entender cómo las organizaciones crean sus programas de coaching.
sobre el coaching en las organizaciones. El de 2013 ha sido publicado hace poco. En