Cuando oímos la palabra estrés lo solemos asociar directamente con algo malo. Sin embargo hay dos tipos de estrés: el eustrés o estrés bueno y el distrés o estrés malo.
Del malo todos conocemos lo que es y sus efectos a corto plazo y a largo plazo si se hace crónico. Del otro somos menos conscientes, sin embargo es el que sientes cuando te vas a enfrentar a algo positivo y que te gusta y que te motiva para dar de sí todo el potencial que tienes.
En el deporte de competición es típico en los momentos antes de la salida de una competición y es imprescindible para que el organismo avance sus mecanismos biológicos para dar el máximo en el momento crítico.
En la vida profesional también ocurre cuando vas a dar una conferencia sobre un tema que dominas y en un contexto favorable, cuando vas a emprender una aventura profesional que te ilusiona, cuando estás haciendo algo que te gusta y que controlas, etc. A veces no eres ni consciente de ello, pero ahí está.
En todos estos casos, tiene que haber una conjunción de factores: por una parte que dispongas de una capacitación medio-alta para lo que vas o estás haciendo y que esa tarea suponga un reto alto. Y la capacitación tiene que ser no sólo intelectual y/o física sino también emocional.
Si el nivel del desafío no es alto, tu reacción será de sensación de control si tu capacitación es alta o dependiente del resultado si no estás tan ducho en el tema. Si eres un profesional que te gusta tu ocupación tratarás de buscar retos más altos en el primer caso o de aumentar tu capacitación en el segundo.
Si el nivel del reto es alto y tu capacitación también, estarás ante lo que Mihaly Csikszentmihalyi llamó estado de flujo, en donde tu estado es de plena satisfacción, no sientes el paso del tiempo y te gustaría estar siempre así, ya que todo sale bien sin esfuerzo.
Sin embargo, si el reto es alto y tu capacitación es media habrá una sensación de eustrés si te lo tomas como un desafío o de distrés si tu autoconfianza no está muy alta. En estos casos más que la capacidad intelectual o física lo importante es la emocional y aquí los profesionales no siempre tenemos la capacitación suficiente para conocer y gestionar nuestras emociones.
Es la situación típica de un ascenso en una organización, un cambio de empleo o de negocio o la asignación a un gran proyecto. El cambio te lleva a una situación de capacitación media, ya que no conoces bien el contexto, los requerimientos de tu función, las expectativas de los directores, la cultura y actitud del nuevo equipo, los elementos del proyecto, etc.
Prepararse para ese momento y/o gestionarlo una vez en esa posición son algunas de las situaciones en las que el coaching ejecutivo ayuda a que crezcas como profesional y tu estado sea de eustrés mientras te vas encaminando con el tiempo al estado de flujo.
Foto “Bubbles on glass” de Stoonn, cortesía de FreeDigitalPhotos.net