Esta palabra tan difícil de pronunciar y tan en boga últimamente se refiere a la capacidad de las personas o equipos para sobreponerse a situaciones de dolor emocional y adversidades.
Todos y todos los equipos sufren adversidades. La gran diferencia es cómo gestionan las emociones que automáticamente se generan y si tienen la capacidad de mantenerse en un estado de ánimo productivo. Hay profesionales que desarrollan su vida profesional en algunos sectores como en el área comercial, en algunas cirugías o en el tenis en el que la derrota (léase proyecto perdido, paciente fallecido o derrota, aunque sea en la final) es parte del escenario.
En este contexto es importante distinguir el objetivo del resultado. Uno está en condiciones de responsabilizarse de su objetivo, con formación o entrenamiento continuo, aprendizaje, autocuidado físico y mental, control del estrés, etc. Si uno tiene un objetivo, un plan para conseguirlo, la motivación y tenacidad para avanzar se postula, sin duda, para tener éxito.
Ahora bien, el resultado es otra cosa que no sólo depende de ti. Un equipo comercial va a perder proyectos porque su oferta resulte menos competitiva para un caso concreto, la competencia ha hecho un esfuerzo especial, la política del comprador es diversificar o el presupuesto desaparece y no se produce la operación. Estas son causas sobre las que difícilmente se puede actuar.
Tras un evento adverso hay profesionales y equipos que empiezan a aplicar creencias poco productivas como que “con la crisis no se puede hacer nada”, “yo no tengo margen de maniobra”, “mis productos o servicios no son competitivos”. Esa persona empieza a quejarse y a rendirse y, además, empieza a envenenar el ambiente y puede que en poco tiempo el clima emocional de su equipo se haya vuelto de resignación o incluso de resentimiento hacia el mercado, el gobierno, la empresa, etc.
Cuando la adverisidad se apodera del ánimo de un profesional o de un equipo con cierta reiteración se produce un aletargamiento y una actitud de espera a tiempos mejores. Difícilmente vendrán, porque las circunstancias adversas son para todos, pero hay equipos o personas en la competencia que tienen otro comportamiento, y esos tendrán muchas más posibilidades de triunfar y ahondar en los problemas de los que se han dejado llevar.
Un equipo o profesional resiliente ante una adversidad la valora como algo circunstancial y no permanente, como algo específico y no universal y lo achaca a factores externos evitando la autoflagelación. Eso le mantiene positivo y dispuesto a aprender. Si un trimestre la apertura de nuevos clientes ha sido muy floja pensará que eso no se va a repetir en el próximo, que se habrá debido a la campaña de captación y no a que su empresa es inviable y no pensará que es un inútil sino que habrá alguna causa externa que tendrá que identificar y gestionar.
Ser positivo no es suficiente. Hay que pasar a la acción y eso implicará identificar causas y buscar remedios, hacer un ejercicio de creatividad y cambiar la táctica, aliarse con otros departamentos o terceras partes que puedan ayudar a revertir la situación, tener la humildad de hablar con otros y escuchar sus ideas, pedir apoyo de coaching, etc. En suma, actuar y cambiar para conseguir otros resultados.
El emprendimiento es otro caso claro en donde para triunfar hace falta una gran dosis de resiliencia. Transitas por caminos inexplorados y surgen imprevistos y adversidades. Si no estás en continuo proceso adaptativo y buscando en positivo aprender de los errores es difícil que esa aventura llegue a buen puerto.
Recientemente el psiquiatra Luis Rojas Marcos ha sido investido director doctor honoris causa por la Universidad del País Vasco (UPV) y afirmó que mantiene la «teoría» de que si la mujer española figura entre las tres que más viven en el mundo es debido a que, al «hablar mucho», fomenta sus relaciones personales y afectivas, lo que favorece su capacidad para enfrentarse con los malos momentos.
Y resaltó que entre los pilares de la resiliencia está la importancia de que las personas mantengan el control de su propia vida, en lugar de pensar que el futuro «es cuestión de suerte». Como ejemplo, ha citado a los ciudadanos del estado estadounidense de Ilinois, donde los huracanes provocan menos víctimas que en Louisiana, porque consideran que «pueden hacer algo para protegerse», en lugar de «mirar las nubes».
Más sobre sus declaraciones en este artículo periodístico.
¿Tú y tu equipo sois resilientes? ¿Aprovecháis las adversidades para aprender e innovar u os dejáis llevar?. El coaching es una herramienta que puede ayudar a mejorar la resiliencia de los profesionales y de los equipos.