Los directivos que caducan

Érase una vez un directivo que llevaba una carrera fulgurante, encadenando un éxito tras otro. Y por méritos propios. Los números salían, es más, se salían del mejor escenario imaginable. Su lema era que había que trabajar al 500% de capacidad. Él lo hacía y sometía a sus equipos a una presión brutal. En menos de dos años su fama le llevaba a otra empresa con otro gran reto, que asumía tras negociar una subida de sueldo espectacular y un notable aumento de poder.Ejecutivos que caducan

En el camino, su vida personal dejaba mucho que desear. Tenía un hijo que apenas veía y que había llegado a la adolescencia y coqueteaba con muchas transgresiones. Quería decirle a su padre que era merecedor de un poco de atención. Su matrimonio había fracasado hacía años, simplemente porque no tenía tiempo para cultivarlo. De hecho, los fines de semana los usaba para aumentar su red de contactos. Al principio su mujer le acompañaba, pero hubo un momento en que dejó de hacerlo porque se sentía parte del decorado.

Su vida desde entonces era una sucesión de relaciones de corto recorrido. Sin embargo, su cuenta corriente era tan suculenta que empezó a hacerla disfrutar de un paraíso fiscal. En dos años consecutivos consiguió estar en el Top100 de los directivos más influyentes del país.

Como duraba poco en cada empresa, presionaba mucho y sólo le importaban los resultados, nunca llegó a tener un equipo. Los profesionales que le reportaban no se atrevían a decirle que algo no iba bien, que debería de contemplar otros aspectos de su liderazgo y se limitaban a oír, ver y callar, o adular, por si acaso.

Un día amaneció con una espesísima niebla. Pasaron los días y no levantaba. Era un fenómeno climático mundial. De hecho se pusieron en marcha grandes planes de emergencia sin éxito. La gente, agobiada por la situación empezó a montar equipos y a trabajar coordinadamente para sobrevivir. La redarquía y el talento natural se impuso y los auténticos líderes fueron los que salvaron a la humanidad con un estilo totalmente diferente.

Esos tres meses de cataclismo mundial por fin finalizaron cuando millones de personas se dedicaron a soplar en la misma dirección. Mientras tanto, muchas grandes empresas estaban en auténtica crisis de supervivencia y empezaron a buscar nuevos líderes. La suya fue una de ellas.

Sin embargo, nuestro directivo lo vio como otra oportunidad de medrar. El primer día se acostó algo sorprendido, ya que tras una primera ronda de contactos, todos le habían dicho que lo que querían eran líderes con capacidad demostrada de sacar el talento de las personas, de escuchar y motivar. Pensó que era una fiebre pasajera, y que las aguas volverían pronto a su cauce, ya que no había nadie como él con sus talentos, su experiencia y sus resultados demostrables.

Lo que no sabía es que el mundo había cambiado………

En melioora acompañamos con coaching ejecutivo y otras herramientas a ser líderes adaptables a los cambios por muy disruptivos que sean.

Image courtesy of Stuart Miles at FreeDigitalPhotos.net
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