Plan de acción contra la rutina

En nuestra experiencia profesional en grandes empresas y en nuestra práctica actual del Coaching Ejecutivo hemos visto que hay comportamientos que todos sabemos que debemos mejorar y que nos conformamos con dejarlos como están por no salir de nuestra zona de confort. Te invitamos a pasar a la acción con cuatro medidas que puedes empezar a aplicar desde hoy.Comportamientos que la rutina degrada

Este artículo continúa una entrada anterior sobre este tema y que te recomendamos leer para tener la foto completa.

6.- Aprovechar la diversidad.

Trabajar eficazmente con personas distintas a ti en cultura, edad, intereses es un reto que ofrece un gran premio si te esfuerzas y lo consigues. Es fácil encontrarse en equipos con profesionales de otras nacionalidades y culturas y con una educación digital diferente. Saber gestionar esto es difícil. Ello lleva, a veces, a actitudes de cerrazón en uno mismo: yo a lo mío y que los demás se encarguen de lo suyo.

Si eres el líder de un equipo y tienes la mente abierta a escuchar otros puntos de vista, a pactar normas de relación consensuadas y a definir previamente actitudes ante posibles desencuentros podrás explotar la riqueza que la diversidad ofrece. Tener la sensación de que tu visión es más amplia y entender otros puntos de vista te lleva a tomar mejores decisiones e, internamente, a reforzar tu liderazgo. A veces, la diversidad no existe y puede ser bueno buscarla.

Invitación a la acción: ¿Qué te aporta la diversidad en tu equipo o qué hechas en falta? ¿Cuál puede ser tu primer paso?

7.- Gestionar las etiquetas.

Las etiquetas que ponemos a las personas y que nos ponen son unas grandes aliadas de la rutina. Cuando entras en un equipo no es raro que en poco tiempo descubras las etiquetas que a cada uno le han puesto. Con las tuyas puede tardar un poco más, dependiendo del ambiente del equipo. Pero no dudes que existen.

Es cierto que te pueden ayudar. Pongamos un ejemplo de un directivo que cambia de equipo y que viene con fama de duro. Si quiere que su liderazgo se base en la autoridad y la obediencia ciega, le puede ayudar. Sin embargo, puede que eso no sea bueno en este equipo y esa etiqueta le lastrará en su nueva posición.

Los equipos actúan condicionados por las etiquetas. Es bien conocido ese experimento en el que se repartió aleatoriamente a unos alumnos que iban a hacer un examen en dos grupos. Antes de empezar se les comunicó a uno de ellos que habían sido seleccionados por ser los mejor preparados, lo cual no era cierto ya que la elección fue por sorteo. Y los resultados corroboraron inequívocamente que los etiquetados como mejor preparados lo hicieron mejor.

Invitación a la acción: ¿Qué pasaría si hablas con tu equipo sobre las etiquetas, aunque sea de forma anónima? ¿Qué crees que descubrirías?

8.- Hablar en positivo.

En los últimos años la neurociencia está avanzando mucho en el conocimiento del comportamiento de nuestro cerebro. Empíricamente ya se conocía el valor del optimismo y ahora está constatado con el conocimiento de una serie de acciones fisiológicas que se generan cuando una persona es positiva. De hecho hace ya años que la Psicología Positiva avanzó correlaciones entre pensamientos positivos y resultados positivos.

Hablar en positivo genera positividad y abre el campo de acción ante retos o dificultades. Hablar en negativo cierra opciones, ya que se da por descontado que va a salir mal. El cómo se habla de forma reiterada, genera conexiones neuronales en uno u otro sentido, por lo que podemos decir que hablar en positivo genera positividad y viceversa.

Muchas veces no eres consciente de ello pero tienes sesgos negativos en tu hablar. Por ejemplo, hay muchas personas que usan el latiguillo lingüístico “¿no?” (esto está claro, ¿no?). Si dijeras “esto está claro, ¿verdad?” es muy posible que la reacción en tu audiencia sea diferente.

Invitación a la acción: Piensa en algo que ha ocurrido y te molesta. Luego encuentra algo potencialmente bueno que se puede sacar de ese hecho (por negativo que sea) y exprésalo empezando por “afortunadamente….”: “Hemos perdido el proyecto X. Afortunadamente podemos concentrarnos en el Z que es mucho más importante para nosotros”.

9.- Fomentar el aprendizaje.

Todos aprendemos con caídas. Recordemos cuando empezamos a salir al campo con bicis de montaña o nuestros primeros acercamientos al otro sexo. Hay equipos en los que no se tolera el error por miedo al fracaso y se estancan. No fallan y no brillan. Si se quiere un equipo de alto rendimiento hay que aceptar el riesgo del error como un aprendizaje. Ante un error, la búsqueda de culpables y las excusas no aportan nada. Es mejor tomar consciencia del error y aprovechar para aprender qué habría que haber hecho para haber triunfado.

Los líderes que reprimen absolutamente el error sin sacar aprendizajes transmiten a su equipo una cultura del no riesgo. Puede que no fallen, aunque difícilmente destacarán.

Invitación a la acción: La próxima vez que haya un error en tu equipo o en ti mismo, no dramatices, analiza qué se puede aprender de esa experiencia y ponlo en práctica.

Foto cedida por by Financial Times photos
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