Muchos de los master acaban con el año escolar y muchos jóvenes o no tan jóvenes se encuentran en la tesitura de dar el primer paso profesional en serio, más allá de becas o prácticas. Porque lo normal es que se pretenda sacar rendimiento del esfuerzo de horas de formación y monetario que se ha hecho.
Cada caso es diferente, aunque casi todos tienen en común el que ponen al protagonista en una encrucijada profesional y personal realmente. En algunos casos ya habrán hecho unas prácticas, aunque eso no les da derecho a nada más. A todos les gustaría empezar como profesionales junior, sin embargo no es fácil esa primera contratación para un puesto cualificado y en muchos casos encuentran ofertas de nuevas becas o de prácticas.
Además, bajo el epígrafe de prácticas, se enmascaran simples sustituciones veraniegas o de una baja de cierta duración. Al fin y al cabo hay suficiente demanda y se supone que estos jóvenes lo harán bien, ya que están muy formados. Sin embargo, acceder a ese puesto puede evitar otras oportunidades más adecuadas o acordes a sus preferencias.
El problema de fondo empieza muchas veces en no tener una visión clara de lo que se quiere hacer y de cómo les gustaría verse en tres-cinco años. Sin eso, todo son dudas y muchas veces se elige lo primero que sale y luego van encaminando su carrera en una dirección cuya elección fue poco consciente. Si se me permite el símil, es como un matrimonio de conveniencia, no por amor.
Y, con el tiempo, empiezan las lamentaciones, ya que la rutina les ha enganchado y no se atreven a salir de esa línea, en la que el trabajo no les motiva lo suficiente. Y viene la infelicidad y el victimismo de ¿para qué habré estudiado tanto?.
En este punto inicial de la carrera profesional, el coaching ejecutivo puede ser un gran apoyo en la creación de un espacio de autoconocimiento, exploración de opciones, identificación de metas, fijación de un plan de acción y actuación en consecuencia para encaminarse hacia el objetivo que realmente desean.
Lo curioso es que se invierten muchos miles de euros en esta formación de master y no se dedica una cantidad inferior al 10% en tener un coach ejecutivo personal que ayude en ese parto laboral, con el riesgo de desaprovechar el talento de esa persona. Volviendo a los símiles, se cuida el embarazo con los mejores especialistas y luego el parto es desatendido.
También sería una buena práctica que las grandes empresas financiaran o facilitaran a estos junior el disponer de un coach ejecutivo durante los primeros meses de la incorporacion de estos profesionales que entran como futuro talento corporativo y que una entrada descuidada puede malograr, con coste importante de oportunidad para la propia empresa.
Y mucho de esto es aplicable a los profesionales junior en su primer año en la vida laboral, en donde se encuentran que el paso de la teoría a la realidad de las complejas relacionas en las empresas puede marcar su futuro al no estar bien preparados para enfrentarse al reto de entornos muy competitivos en los que no siempre se es bien aceptado.