En muchas empresas en algún momento se definieron las tareas y responsabilidades de un puesto de trabajo o el profesional que primero lo ocupó definió de facto las mismas. Y el tiempo pasa y eso se puede haber convertido en algo inmutable.
Luego han llegado nuevos profesionales y se ha propagado el modelo. Es muy posible que en origen fuera bueno y puede lo siga siendo en lo fundamental. Sin embargo el mercado, los clientes y la sociedad han cambiado.
Pongamos por ejemplo la comunicación vía Whatsapp. Es difícil encontrar políticas corporativas más allá de su ignorancia, aunque está ahí y nuestros clientes lo pueden usar, incluido con nosotros. O el correo postal, que también está ahí y puede que nos de pereza revisarlo por no ser digital. De hecho puede ser un agujero negro en el que nadie tiene responsabilidad formal.
También hay muchas veces que en una reunión sale un tema y se acuerda que “hay que” abordarlo. Puede que varias personas tengan competencias para ello y que unos por otros no se haga esperando que otros asuman la responsabilidad.
Así mismo es típico que los organigramas de las empresas se sofistiquen con el crecimiento de la empresa o con adquisiciones o fusiones. Y ello implica muchas veces surgimiento de definiciones de puestos de trabajo poco claras y solapadas con otras similares que vienen de la otra empresa.
Otra vía de complejidad viene cuando se instauran modelos matriciales de referencia, en las que una persona reporta a diferentes responsables, lo que implica serios conflictos de intereses o formas de trabajar, ya que cada uno tiene su estilo y sus necesidades y siempre es fácil conciliar ambos.
Si a eso añades que el día a día puede que sea vertiginoso por la presión de los resultados en un mercado muy competitivo, nunca hay tiempo para hablar de esas “pequeñeces”. Es verdad que esa no va a ser causa directa del quiebre de la empresa, pero puede ser foco de una infección que afecte a la Salud Empresarial. Y puede tener impacto directo en la eficiencia, el clima empresarial y finalmente en los resultados.
La Salud Empresarial implica el equilibrio entre los recursos, la competitividad de los productos y servicios, las estrategias, los procesos y también la parte emocional de la empresa y de los profesionales uno a uno.
Los procesos de coaching de equipos trabajan sobre la entidad relacional en su conjunto sacando a la superficie estos conflictos de competencias y otras ineficiencias relacionales, definir objetivos de mejora, planes de acción y seguimiento de los mismos, incluyendo su reflejo en indicadores.