Empezar con buen pie en un trabajo no siempre es fácil. Tras un difícil proceso de selección externo o interno llega el momento de cumplir las expectativas. Por ambas partes. Por parte de la empresa que espera rentabilizar el esfuerzo cuanto antes y quiere ver rápidamente resultados y por la parte del que empieza, que quiere ver cumplidas su objetivo personal y disfrutar de lo que hace.
En unos casos, la acogida la hace el jefe directo, le da la bienvenida, le presenta rápidamente a su equipo y le da una serie de consejos genéricos. Si es una empresa más grande es muy posible que haya un documento de bienvenida, algún documento y hasta un programa de acogimiento en el que diversos departamentos le cuentan lo que se hace en esa compañía.
El profesional de nuestro caso tiene probada experiencia y competencias, lo que no significa que haya pasado por muchas experiencias como esa, ya que, a pesar de cambios anteriores, cada empresa y momento son diferentes.
Cuando se contrata una posición con responsabilidad sobre un equipo hay varias posibilidades: que sea una posición ya existente cuyo anterior ocupante la ha dejado vacante por enrolarse en un nuevo proyecto profesional, por decisión de la empresa o bien una posición de nueva creación para un nuevo reto empresarial.
En todos los casos, las expectativas de la empresa son muy altas para reconducir un equipo que no iba, para asumir grandes retos sustituyendo a alguien que lo hacía muy bien o para poner rápidamente en la senda del éxito a un equipo de nueva creación. Por otra parte, es muy probable que el ambiente que se encuentre en el equipo sea de expectación e incluso con personas con pocas ganas de colaborar porque tenían sus expectativas de haber accedido ellos a esa posición.
La gran pregunta que se suele hacer ese profesional es “¿por dónde empiezo?”. Es una pregunta cuya mejor respuesta la tiene la propia persona. Es muy posible que ese profesional empiece a tomar contacto directo con los distintos ejes de su trabajo: finanzas, procesos, personas y clientes. Ello implicará que desde el principio se va a ver involucrado en la toma de decisiones y no siempre con una perspectiva completa.
Partiendo del convencimiento de que tiene las competencias adecuadas, puede que la emocionalidad no esté tan preparada y es ahí donde un proceso de acompañamiento por un coach ejecutivo profesional le puede servir de ayuda en este primer período de arranque.
Y una de las cosas que posiblemente salgan en ese proceso es las alianzas. Algo tan simple como negociar con su jefe directo y con su equipo cómo quieren relacionarse y dejarlo por escrito. Eso no quiere decir que, a partir de entonces sea inamovible ya que puede ser reconsiderado en un futuro. Sin embargo es como un pacto constitucional que amparará la comunicación entre ellos.
Estas alianzas han de cubrir el qué, cómo, cuándo y cuánto se comunica. Y este pacto puede implicar ciertas cesiones o acuerdos a prueba. Lo importante es que se concrete el acuerdo y se conozcan las reglas del juego.
En el caso de los colaboradores se acordará con el equipo como tal, lo que no quiere decir que todos los miembros estén alineados. Sin embargo, habrán tenido oportunidad de plantear sus puntos de vista y habrá sido el equipo quien ha optado por otros. Si no quedan satisfechos, será su tarea gestionar estas emociones y puede que terminen optando por abandonar el equipo. Sería un proceso de saneamiento que el propio equipo necesitaba y que posiblemente no hubiese salido a luz sin esta alianza inicial.
Desde melioora ofrecemos StartRight, servicios específicos para facilitar el éxito en estas situaciones.
Foto: Crossing the Line, by loop_oh, licencia CC Attribution-NoDerivs 2.0