Ayer he estado en la ceremonia de graduación de mi hijo. Desgraciadamente llegué tarde a causa de un gran atasco debido a un accidente de tráfico. Me perdí los discursos. Su hermana, que ha venido desde Londres en donde está trabajando, me comentó luego lo que me había perdido y me quedo con su reflexión: mucho hablar de la excelencia en el trabajo futuro, las oportunidades y otras motivaciones, pero ni una vez apareció la palabra ética.
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