Un buen líder tiene gran autoridad. Cuando solo hay poder, los equipos obedecen, no les queda más remedio que hacerlo, no se lo creen y el pasado les apoya en sus dudas.
La seguridad que tiene el buen líder la transmite, ya que no está vendiendo humo, está llevando a su equipo hacia metas a veces ignotas a las que está seguro de que va a llegar porque lo desea y siente que tiene un equipo capaz de todo.
Si queréis seguir leyendo, pulsad este enlace a melioora.