Trabajando sobre el temario del curso de coaching que estoy recibiendo me viene a la memoria un tema que alguna vez comenté con compañeros y es que en los últimos años yo no recuerdo celebraciones de ningún éxito profesional. La dinámica del día a día te comía y estabas bloqueado con el “tengo que hacer” hasta tal punto que no había momento para una simple parada para tomar un café y celebrar la consecución de algún objetivo.
Cierto es que la competencia es cada vez más feroz, el tamaño de los proyectos decrece y 
los objetivos a cumplir crecen, pero no hacer un alto en el camino para celebrar un éxito, auque sea menor, es una mala táctica. Y es que ese reconocimiento sincero por un éxito genera energía y una actitud positiva para ayudarte a ti y al resto del equipo a cumplir los objetivos.
Recordando “afilar la sierra“, el séptimo hábito de “Los 7 hábitos de la gente áltamente efectiva” de Stephen R. Covey, diría que es mejor dedicar diez minutos al día a celebrar los éxitos del equipo (aunque sean parciales) que enfrascarse ocho horas de trabajo sin parar y no digamos sobre emplear esos diez minutos en lamentarse de lo difícil que está el mercado y lo duros de los objetivos.
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Totalmente de acuerdo, Eloy. Enhorabuena por tus reflexiones.